Dumpling azul para la sopa

La sensación térmica en invierno se puede transformar en uno de los peores adversarios a la hora de llevar una dieta basada en los ingredientes más vitalizantes: los vegetales crudos y vivos —en el caso de semillas activadas, brotes y germinados—. ¡Con lo imprescindible que son para una salud realmente vitalizante!

En este aspecto, yo no tengo ningún problema, en invierno tampoco. Aunque jamás se me ocurriría comer un vegetal recién sacado de la nevera. Eso sí que da frío, pero no los vegetales más vitalizantes ingeridos a temperatura ambiente o corporal. No hay que confundir, como hacen muchos, frío —de la nevera— con temperatura ambiente o corporal.

Lo que también me ayuda, y mucho, es subir el consumo de alimentos grasos —aguacate, semillas oleaginosas, brotes, germinados y frutos secos activados— y bajar el consumo de fruta acuosa —que es siempre refrescante, de no ser que esté tibia por la acción de los rayos del sol antes de que la cojamos de las ramas del árbol, situación en la que muchos de nosotros no nos encontramos con frecuencia. Y, por supuesto, subir la ingesta de especias y raíces picantes, que tienen un efecto termogénico y contribuyen a la mejor circulación de la sangre.

Por otra parte la mayoría de los vegetales tienen un alto contenido de agua, la mejor agua que puedas añadir a tu plato: agua biológica súper vitaminada,  mineralizada, y cargada de fitonutrientes —los principios medicinales que encontramos en las plantas de manera natural. Por ejemplo, el pepino y el apio contienen aproximadamente un 96-94 % de este agua maravillosa; la coliflor, los pimientos dulces, los tomates, o las espinacas, un 93 %; las zanahorias, un 87%; el brócoli, entre el 85% y el 90%; las endivias, un 95%… Pero si sometemos a estos poderosos alimentos a temperaturas más altas de 38 ºC de manera prolongada, las pérdidas de nutrientes pueden llegar a ser hasta totales. Es más, su maravillosa agua biológica se pierde en la cocción y la que queda, definitivamente, es muy desvitalizada. Por eso es importantísimo que la mayor parte de tu plato — de un 70 a un 85%— la compongan los alimentos crudos y vivos, y el resto, si cocinas, que sea un vapor suave simplemente para suplir esta parte emocional del plato en el invierno.

Sí, ya sé que cuando el clima es frío se puede hacer imposible no calentar los alimentos, no todos somos iguales, ¿verdad? Yo disfruto siempre los alimentos a temperatura ambiente, mientras que muchos sufren si no hay en la mesa algún plato tibio o bien caliente, de esos que aún humean al servirlos en la mesa. Por eso te hago esta propuesta de sopa cruda hoy, que no es más que una ensalada entibiada a la hora de servir. Es una idea muy sencilla que funciona muy bien para esos días en los que se necesita un plato emocional y no se pierden nutrientes si el agua no utilizada para entibiar no está hirviendo. Y si utilizas un agua muy caliente porque así lo deseas, siempre será mucho mejor que calentar los alimentos al fuego.

Yo añado el agua a esta sopa a unos 40 ºC, es una temperatura que a mí me parece ya bastante alta —piensa que nuestra temperatura corporal está varios grados por debajo y que generalmente el agua de la ducha la regulamos a 35–36 ºC porque si no nos quema la piel—. Los vegetales soportan la temperatura a 38–40 ºC muy bien, siguen vivos, crujientes y relucientes cuando se les añade el agua así. Inmediatamente, después de añadirla, el agua empieza a enfriarse, por lo que es sólo un momento el que dura a esta temperatura. Por supuesto, el agua la caliento aparte, y cuando tengo mi ensalada preparada es cuando la añado. La ventaja es que cualquier líquido sobrante de la ensalada —salsas, aceites, jugos de los vegetales— queda mucho mejor aprovechado en este caldo instantáneo y cada cual lo puede disfrutar durante o después de terminarse los vegetales. De esta manera, cualquier ensalada preparada con vegetales cortados muy finos se puede convertir en la mejor sopa instant que te puedas imaginar.

Para saber si la temperatura del agua es la adecuada, puedes utilizar un termómetro —los de la farmacia para medir la fiebre sirven perfectamente, ya que llegan a  los 42 ºC— o simplemente tocar la superficie del agua con la mano o los dedos y, si quema, es que está demasiado caliente.

Mis ensaladas llevan siempre brotes y a las que se van a convertir en sopa me gusta añadirles brotes de judías mung, de fenogreco, de rabanito y, al final de todo porque son los más sensibles al calor, de brócoli. Son todos brotes súper poderosos que contienen gran cantidad de todos los aminoácidos esenciales, todas las vitaminas, todos los minerales, a parte de componente sulfurosos de comprobadas propiedades anticáncer. Lo mejor: cuando los añadimos a la sopa recuerdan mucho a los fideos, con lo que acaban de completar el aspecto emocional de esta receta.

Ya sé que te debes estar preguntando sobre la patata violeta, ¡ja! Que no es cruda, ¿verdad? Sí, no me voy a olvidar de comentar sobre este vegetal para el dumpling (encontrarás la receta en mi libro Pan con queso), que sí que está cocinado —al vapor— y por tanto no es crudo. La verdad es que yo no la como, pero me gusta preparar estos dumplings y otras elaboraciones para mis seres queridos o si alguna vez tengo invitados que no están en mi misma “honda” cruda y viva; a veces dudo de si estarán felices con lo que a mí me parece la mejor dieta del mundo, en todos los aspectos, y no dudo en preprar otros vegetales cocinados con la mayor consciencia para conseguir la mesa más harmónica para todos. Y estos dumplings enamoran a todo el mundo. Y como sé que muchos de vosotros no coméis 100% crudo, he decicidido incorporar 9 recetas de este tipo del total de las 76 recetas que he incluido en mi nuevo libro Pan con queso.

Novedad donde las haya, ja, ja, ja. Son recetas de “mi otra vida”, de cuando cocinaba, y que me divierte preparar aunque ya no las coma. A mi compañero, en concreto, le encantan estas elaboraciones como acompañamiento en el plato y le hacen súper fácil llevar un día a día altísimo en crudos. Yo pienso que comer y alimentarse deben ser actos de celebración y no me cuesta nada hacer un extra para que la fiesta sea más grande. Eso sí, siempre intentado hacerlo de manera consciente, con la mejor preparación y no con cualquier ingrediente.

En este caso, el dumpling de patata azul, tiene una textura que recuerda perfectamente a los panecillos orientales de arroz al vapor y, de hecho, esta sopa está inspirada en los ramen japoneses, pero mucho mejor: compasiva, consciente y 100% vitalizante: un ramén vivo con dumpling de patata azul. Siempre los preparo con patata azul o violeta —es lo mismo, también hay quien le llama patata morada— que, a diferencia de las otras patatas, no sólo no es inflamatoria sino, todo lo contrario, es antiinflamatoria. Esto puede ser debido a dos factores: su menor contenido en azúcares naturales —es menos dulce— y su alto contenido en uno de los antioxidantes más potentes que existen, la antocianina, que le confiere su color azul/violeta. Ya sabes, encontrarás la receta en mi libro Pan con queso.

Bon appétit!

Estos dumplings enamoran a todo el mundo. Y como sé que muchos de vosotros no coméis 100% crudo, he decidido incorporar 9 recetas de este tipo del total de las 76 recetas que en mi nuevo libro Pan con queso; recetas vegetales de mi “otra vida” que yo ya no consumo, pero que me encanta preparar para mis seres queridos.

Ingredientes

Para 2 raciones

Para los vegetales

  • 2 T de floretes de brócoli crudo
  • 5 tomates cherry, cortados en mitades
  • 1 raíz de daikón fermentado (receta abajo)
  • 2 C de algas nori en salazón, o tu alga favorita
  • 3 T de brotes de mung (de unos 9 días)
  • brotes de remolacha y brócoli al gusto (los puedes hacer en casa, pero son muy fáciles de encontrar en la tienda eco)
  • hojas baby de remolacha o de espinacas al gusto
  • 1 endivia, cortada en cuartos
  • 2 dátiles rojos (yuyube) desecados (si no encuentras yuyube, puedes utilizar ciruelas desecadas)

Para el caldo

  • 4 setas shiitake medianas
  • 2 C de tamari
  • 2 C de aceite de sésamo crudo, de prensado en frío
  • 2 C de zumo de lima
  • 2 T de agua tibia o caliente al gusto

Para la crema de remolacha

  • 1/2 aguacate, unos 80 g de sólo la pulpa
  • 1 raíz pequeña de remolacha, lavada y con la piel
  • 2 C de aceite de oliva virgen extra
  • 1 pellizquito de sal marina o de kala namak (sal negra del Himalaya, tiene un sabor azufrado por sus contenidos en azufre)
  • agua suficiente para batir

Terminación

  • 2 T de agua tibia o caliente al gusto
  • dumplings de patata azul, receta en mi libro Pan con queso

Método

Para la crema de remolacha

  1. Combinar todos los ingredientes en una batidora de vaso y batir hasta obtener una crema suave y homogénea.
  2. Reservar mientras se preparan el resto de ingredientes.

Para el caldo

  1. Trocear las setas shiitake en tiras finas sin descartar el pie de la seta. A mi me gusta trocearlas con los dedos, separando tiras según la dirección de las estrías del sombrero.
  2. Combinar todos los ingredientes en un bol y masajear suavemente hasta que las shiitake se ablanden.
  3. Reservar mientras emplatamos.

Para el daikón fermentado

  1. Fermentar el daikon 3 días antes. Cortar el daikón en tiras con la ayuda de un pelapatatas.
  2. Sazonar con una cucharada pequeña de sal marina al gusto y masajear en un bol hasta que empiece a soltar su propio jugo.
  3. Colocar en un recipiente de vidrio con tapa bien limpio presionando con los dedos hasta que el jugo cubra las tiras de daikón (si no hay jugo suficiente,  añadir un poco de agua de calidad suficiente para que el daikón no esté en contacto con el aire).
  4. Tapar el recipiente y dejar fermentar tres días en un rincón cálido en la cocina donde no le dé la luz del sol directa.
  5. A los 3 días ya estará listo para esta sopa. Seguramente, no lo utilices todo, los fermentados son súper alimentos muy beneficiosos para la microbiota y la salud intestinal, pero mejor tomarlos en pequeñas dosis. Cuando los prepares en casa, la mejor manera de asegurarte que no son pasteurizados y por tanto mantienen las bacterias que los hacen tan beneficiosos, los puedes guardar a temperatura ambiente —que no les dé la luz de sol directa, y que sea en algún armario que no esté al lado de una fuente de calor y vigilando que no les salga moho en la superficie— pero una vez empieces uno de tus preparados, guárdalos en la nevera hasta que los hayas acabado.

Terminación

  1. Colocar en la base el preparado de algas para el caldo.
  2. Continuar con otra capa con los germinados y brotes combinados.
  3. Decorar con el resto de ingredientes al gusto.
  4. Añadir la crema de remolacha.
  5. Acabar con el  dumpling de patata azul (receta en mi libro Pan con queso).
  6. Añadir el agua a  la temperatura deseada justo a la hora de servir; el agua quedará clara al principio y se irá mezclando con las bases que hayas preparado a medida que se van tomando los vegetales.