Al lado de casa hay una panadería que vende unos panecillos rellenos de horrores nada éticos ni saludables y al que le dan el nombre de pan preñado. Cada vez que paso por el escaparate, me asombra que aún se vendan tales abominaciones, para mí lo son, sólo de verlo ya uno se da cuenta de la dimensión de la tragedia. Sin embargo, el nombre me parece simpático. ¿Pan preñado? ¿Pan embarazado? ¿Y embarazado de qué?
Para mí, sin duda, el embarazo está relacionado con la pureza, con la vida, con la salud, con el amor, con lo natural, con lo bello, con la continuidad de la vida. Ninguno de estos conceptos está representado en el panecillo comercial relleno del que te hablo arriba. Pero como el concepto que encierra el nombre me encandila, he decidido crear mi propio pan preñado, y esta vez sí —aunque la versión poco tiene que ver con la que te comento en el párrafo superior— este panecillo es portardor de vida, respeto, consciencia, alimentos naturales, pureza, ética y amor.
Para hacer mi pan preñado necesitarás dos de mis recetas de mi libro Pan con queso. La fórmula es bien sencilla: escoge un pan de semillas —mi favorito es el pan de girasol con nueces, un pan poderoso, pero muy fácil de digerir; y las nueces le aportan un extra de omega 3 que a todos siempre nos viene bien— y un queso crema, yo acostumbro a tener siempre preparada la crema de queso de almendras.
Para vaciar el pan, he utilizado un aro pequeño de emplatar para hacer un hueco redondo perfecto. He hecho un corte con el aro justo a la mitad del tiempo de deshidratación. Cuidado, no llegues hasta el fondo del panecillo, tienes que dejar una base de aproximadamente 1 cm para luego poder rellenar sin que se desfonde. Una vez hecho el corte circular, quita la miga resultante y continúa deshidratando, tanto el bollito como el recorte, según indique la receta. Sirve tibio y rellena con el queso crema de tu elección justo en el momento de servir.
Mi queso crema favorito es la crema de queso de almendras: cada vez opto más por lo sencillo, no sólo me sienta mejor, sino que me sabe mejor. El cuerpo es sabio y su memoria sensorial, si la educamos, cuidamos y aprendemos a entenderla, sabe comunicarnos muy bien qué es lo que nos sentará mejor en cada momento. Por eso los quesos cremosos de almendras son mis preferidos. Al final he conseguido texturas y sabores increíbles con las almendras; pero no sólo eso, sino que la almendra es uno de los pocos frutos secos alcalinizantes que existe, es muy poco fermentativa y la podemos encontrar cruda con facilidad en las tiendas, así que sus aceites y proteínas no están desnaturalizados, oxidados y transformados en sustancias nocivas para nuestro organismo.
En mi nevera siempre hay alguno de los quesos de almendras que propongo en el capítulo de mi libro Pan con queso, así, para la ensalada, o para el pan, o para los dulces —si es que se trata de una de las bases neutras—, está siempre listo para ser servido o reinventado añadiendo otros ingredientes. ¡Y lo fácil que es de preparar! Toma su tiempo, pero es facilísimo. En el caso del pan preñado me gusta añadirle al queso crema unas cuantas hierbas aromáticas y brotes al gusto. Escoge las hierbas que te apetezcan o encuentres frescas, son todas divinas, y trocéalas bien finitas con un cuchillo antes de mezclar con una espátula. El ciboulette es mi aromática preferida, le da ese fondo a las elaboraciones que recuerda al ajo y a la cebolla pero es muy suave para nuestro sistema digestivo —a muchos intestinos delicados les irrita el ajo o la cebolla, ya sabes, el ciboulette es una fantástica solución—.
A este pan preñado sólo hace falta que lo acompañes con una ensalada mínima de lo más sencilla. Yo he laminado unos rabanitos que me parecieron preciosos y llenos de vida en la tienda, he masajeado muy suavemente sus hojas con zumo de limón y he regado con aceite de oliva infusionado con chiles frescos. Comida completa donde las haya. Parecerá que es muy poco, pero ya sabes el poder nutricional que tienen estas elaboraciones. Para estar bien nutridos no hace falta comer mucho, sino comer sólo lo mejor.
Bon appétit!